“Después de 30 años de fumar, quería ser un buen ejemplo para mi familia. No quería que ellos sufrieran con la EPOC como yo. De hecho, ¡no quería que sufrieran ninguna de las enfermedades relacionadas con el cigarro!   Con ayuda, estoy viviendo mi sexto mes sin fumar. Durante el proceso de dejar el tabaco, me di cuenta de que mi adicción era psicológica además de física. Descubrí que necesitaba superar mis comportamientos antiguos. Mi asesor de Quitline me ayudó a crear un plan para saber cómo actuar cuando otros fumaban a mi alrededor. Ahora, cuando veo a otra persona fumando, me doy vuelta, camino hacia la dirección opuesta y me como una menta”.